Erase una vez un cuento

Erase una vez... así empiezan los cuentos de toda la vida y yo cada vez que oigo esas palabras, me siento como una niña que se pone a la espectativa esperando que delicia de historia tendré la suerte de escuchar.

Pero esa vez no escuché ninguna historia, por alguna razón, me convertí en la protagonista de una situación que no sé si era un sueño, o de verdad existía aquel mundo en el que me sentí inmersa.

Era un pequeño pueblo de aquellos en los que cuando entras por primera vez, sientes aquella sensación de déjà vue que te hace sentirte como en tu propia casa. Algo cálido recorrió todo mi cuerpo y seguí adelante.

Las casas no eran altas, de colores alegres que decían mucho de sus habitantes y las tiendas, mostraban los más divertidos y apetecibles artículos. Aquellos con los cuales, cualquier niño o persona con alma de niño, se sentiría feliz.

Las personas se saludaban como si la sonrisa fuese el deporte nacional. Si te veían como confuso, se te acercaban por si podían ofrecerte su ayuda.

Unas lindas farolas alumbraban las calles, dando una sensación de calidez. Se oían canciones y risas que salían de alguna taberna y yo me iba sintiendo cada vez más feliz.

En otra casa que estaba abierta, se oían recitar poesías y contar historias a cada cual más interesante y hermosa.

Yo no quería irme de allí. Quería ser una habitante de derecho y tomé mi gran decisión: Me convertí en la ocupa oficial de la calle más encantadora que conozco.

De esa calle, en la que sus habitantes no saben lo que es guardar rencor y se practican como únicos mandamientos, la honradez y la sincera amistad.

Es mi Calle Quimera. Donde habitan dos personas que se te entregan dándote todo lo que tienen.Y donde las palabras se convierten en algo mágico y hermoso.

Ellos son mi Dama Quimera (Avalon) y mi Caballero Quimera (Etinarcadia).

Avalon, Etinarcadia, Calle Quimera, gracias por todo.Por ser como sois. Sabeis que os llevo en mi corazón.



Malena (la ocupa oficial)