martes, 16 de junio de 2009

Mil besos y mil rosas.


Cuando las palabras dejan de tener sentido, es el momento de buscar como dice el haiku que hay a la derecha de mi blog, la paz del corazón y el frescor del aire. Volveré,D/M, pero de momento os deseo que paseis un feliz verano.

Mil besos y mil rosas para cada uno de vosotros.

Malena

jueves, 11 de junio de 2009

Orillas


Queridos amigos: Una vez más trabajamos juntas Elsa y yo. Me envió este maravilloso poema que teneis a continuación y no pude resistir la tentación de continuarlo en prosa. Esperamos que os guste.Gracias Elsa, por dejarme hacerlo.
...............


Te has dormido. Y en el sueño la otra orilla.
Aquí la vida. ¿la vida...?
La muerte poco a poco, la muerte parecida.
Porque el aliento le falta a este lado
en la vigilia.
Porque inmóvil se ha quedado
la esperanza,
porque la arena ha cubierto nuestra danza
en esta esquina.
La muerte que no mata, la vida pesadilla.
Y en el sueño, la otra orilla.


¿Me acompañas?
(Me lo dice tu sonrisa)
Ven a este lado que es nuestro, miraremos desde arriba.
Veremos pasar la furia.
Distancia... La que nos salva.
Pero tú cerca.
No pronuncies soledades
cuando tu mano en la mía,
cuando despierto y me miras.
¿Me acompañas...?


Me he perdido. En el grito.
Tu susurro lo siento tan leve
que mi nombre se ha quedado
en este lado, en esta orilla.
Ya tu sueño no me lleva, ni me alivia
tu sonrisa.
No puedo saltar la arista.


Perecedera es la noche, la oscuridad pasajera.
Yo te espero. Y el camino.
Despertaremos la aurora que ahora duerme
entre tus versos.
Perecedera es la noche.
Yo te espero.


Elsa


Me llamas, amado mío, para que entre en tu sueño. Me tiendes las manos y yo extiendo las mías para seguir tu camino más allá del horizonte. Donde brote como una flor la esperanza y el sol oculte la oscuridad de la noche. Mi mirada en la tuya se pierde y oigo suavemente como recitas poemas que van acariciando mi atribulada mente y me libero de las cadenas que han acortado mis pasos y han intentado esclavizarme para siempre.

Abrázame. Hazme salir de este mal sueño y dime que me quieres, que me sienta llena de ti y sepa arrinconar la angustia y soledad de esta oscura noche. Que tu cuerpo unido al mío, juntos en una caricia, derroten las aristas que se elevan cruelmente.

Di mi nombre. Llámame para que mi ser te responda, para que escale los peldaños que separan este mundo del tuyo. Vida mía... mi vida... tu sonrisa me dice que es posible y yo, entregada a ti, entro en tu sueño y dejo atrás esta orilla en donde la arena me cubría, para ver contigo la promesa merecida de un nuevo día libre de pesadillas, lleno de nuevas ilusiones.

Malena

viernes, 5 de junio de 2009

Reflexión: Aplazando el tiempo.


Creo que corría hace tiempo a través de la red, un documento en el que nos hacía tomar conciencia de lo absurdo que puede resultar a veces, aplazar el hacer las cosas, como si fuéramos dueños de todo el tiempo del mundo.

Y no decía absurdo como ofensa sino porque vivimos de tal forma la vida, que da la impresión de que jamás marcharemos de este planeta.

Planteándome este hecho, he llegado a la conclusión de que debemos de vivir no dejando aplazar las cosas para otro momento. Tengo un amigo, al que quiero mucho, que sé que me diría que las cosas no siempre se pueden realizar en el momento, sino cuando hayan madurado, y en cierta manera le doy la razón, hay cosas que necesitan su tiempo de maduración pero yo no me refiero a esas cosas, me refiero a que no quiero que se me quede en el tintero (y nunca mejor dicho) el no haber contemplado como nacía el sol , el disfrutar de un paisaje o haber dado un abrazo o una caricia o un te quiero a la persona que quizás lo estaba esperando.

Cosas pequeñas y grandes al mismo tiempo. Hacer aquellas cosas que normalmente no haces porque consideras que es una pérdida de tiempo o que lo realizarás más adelante.

El otro día, vi a un señor invidente que con su bastón intentaba bajar la acera, me agarré a su brazo y le pregunté si le molestaba que le ayudara. Su sonrisa habló por él y tanto es así que no fue solo el cruzar la calle, sino que entablamos conversación y me fui con el paseando.Fue la media hora más gratificante que podía haber pasado.

Tenía una forma de hablar que cautivaba y era un pozo de sabiduría.De acuerdo que aquella mañana yo no iba "escopeteada" como siempre, pero aquel hecho de ayudarle, de dedicarle un tiempo, se convirtió en un gran regalo para mí que no esperaba.

Eso me lleva a la conclusión final de que no debemos dejar aplazadas las cosas en el tiempo, no solo para poder disfrutarlas sino para que en ningún momento de nuestra vida tengamos que arrepentirnos de no haberlo hecho.

Malena

Nota.- Mi agradecimiento a Raquel, por darme a conocer la música de Iron and Wine que hoy se escucha en este blog.