lunes, 29 de diciembre de 2008

Brindis



Por el ayer... por el hoy... por el mañana...

Por los que se fueron pero no abandonaron mi alma...

Por los amigos, los que dejaron de serlo y los que lo serán...

Por los que amo y los que amé...



Por todos vosotros...


¡FELIZ 2009!


Con todo mi cariño.


Malena

martes, 16 de diciembre de 2008

Las otras caras de la navidad


Es la Navidad
De los niños pobres.
Agujeros en las mangas,
Mugre entre los dedos,
Hambre de animal herido,
Festejan el nacimiento.
No hay globos
Ni regalos.
Una hoguera
De cuatro leños mojados
Calienta sin ganas
La navidad de los niños
Pobres.
No muy lejos,
Las risas y los juegos
Alumbran el pesebre.
Nadie pregunta
Cómo son los niños
Pobres.
No gusta
Que les muestren
Sus miserias.
Prefieren,
En la misa de
Medianoche,
Iluminar el sagrario
Con velas de colores.

Fernando Giucich (De su poemario: Clara)


Las viejas maderas crepitan junto a los cartones ardiendo. La noche es fría, y allá en el limpio cielo, las estrellas titilan, componiendo un mágico decorado.

Manos con guantes rotos, dejan ver unos pequeños dedos que se extienden acercándose a la fogata, buscando el calor.

En los bolsillos, un trozo de pan mordisqueado, con olor al queso, que hace tiempo desapareció.

Se oyen canciones que rompen el silencio de la noche, y la curiosidad infantil, le hace ir en pos del lugar donde suenan.

En aquella vieja calle hay una luz encendida que sale de un escaparate.

Junta su nariz al frío cristal, que se humedece con el vaho de su boquita, y contempla maravillado, todo lo que en sus sueños, cada noche imagina poseer.

Malena



Bajarás la calle con los pies helados
Llevando en tus manos el trozo de pan
Y en la plaza vieja del árbol de fuego
El cielo y los sueños
Te harán capitán
De un barco velero con alas de seda
Repleto de cuentos donde navegar
Siguiendo la estela de la luna blanca
Lograrás el puerto
Es
La Navidad.

El Viento en la Isla.


Alguien mira sonriente al niño, sentado en el cuerno blanco de la luna.

Durante un buen rato, ha estado soplando suavemente, para que el aire llevase al pequeño, sus palabras disfrazadas en los copos de nieve que caen, en las notas musicales de las risas y en el pentagrama de las canciones que resuenan por la calle.

El chicuelo no sabe por qué, pero mientras encamina sus pasos a la plaza vieja, lleva grabada en su retina, la imagen de un barco velero que vio en el escaparate, casi oculto entre mil juguetes.

Sus ojos se abren con infinito asombro, al ver junto al árbol de fuego, un enorme barco, réplica perfecta del otro.

El hombre de la luna, sopla de nuevo, y la nave se eleva, una vez el niño a bordo, surcando aires y nubes, alto, alto, cada vez más alto.

La cola de un cometa estrellado, aparece repentinamente ante la proa, y por ella, desciende la nave hasta aterrizar frente a un humilde pesebre.

Sobre una sabanita, entre pajas, duerme un bebé al cuidado amoroso de sus padres, de un buey y una mula que con su aliento, intentan defender el cuerpecito infantil del frío intenso.

La temperatura es muy baja, no hay juguetes, ni globos, ni velas de colores, ni el bebé, ni sus padres, visten ropas bonitas y abrigadas, pero los labios del niñito dormido, se curvan en la más bella sonrisa que nadie haya visto, y la de sus padres, al contemplarlo, no lo es menos.

El barco comienza a balancearse, y el pequeño se apresura a subir. De regreso, en la plaza del árbol de fuego, corre apresurado hacia el escaparate. Su vista escudriña cada uno de los mil juguetes que se muestran ante él, pero… por ningún lado ve lo que busca: una sonrisa.

No hay ninguna en la tienda. De repente, repara en el reflejo de su propio rostro en el cristal, y es entonces, cuando advierte que sus labios dibujan una sonrisa, y que era tan bonita como la de aquel bebé.

Por alguna razón, cuando el pequeño se alejaba del escaparate, el frío era menos intenso en la noche.


Calle Quimera




Por las frías avenidas van caminando, pero no les preguntes, ni de dónde vienen, ni a donde van.

Caminan por sobrevivir. Mientras caminan, saben que están vivos.

Sus pasos les llevan, y un instinto casi animal, les hace buscar cobijo.

Una chabola destartalada les llama la atención. Dentro hay luz y cuando llegan a la puerta del chamizo, se les ensancha la sonrisa.

La luz proviene de una hoguera encendida, y en torno a ella, niños y adultos extienden las manos. No es necesario insistir, dónde caben cinco caben siete y todos se apretujan un poco más, que de cuerpo con cuerpo nace el calor.

Las trémulas llamas ponen en sus mejillas color, mientras sus ojos brillan con un oscuro calor.

Atraviesan con su mirada las llamas y descubren el silencio que impera allá: Una mujer muy joven y tímida, mece en sus brazos a un rorro mientras los demás, le acunan con su silencio a su alrededor.

Lo envuelve en una raída toquilla, y cerca del fuego, lo deposita en un amplio cesto de mimbre.

Es Navidad.

Federico (Quizá soñar)



Sigue la noche, el frío arreció y las estrellas juegan con el crepitar de las maderas, pero alrededor de la hoguera, no hay nadie ya.

El barco no vuela atravesando el cielo, los niños de la calle continúan en aquella chabola dando su calor al bebé que nació y que duerme tranquilamente en los brazos de su madre que lo mira con amor.

Calor junto a calor. El padre saca de su vieja mochila, embutidos y pan, que comparten con ilusión.

Las barrigas agradecidas, hacen que los ojos se vayan lentamente cerrando. Cuerpos contra cuerpos dan siempre calor.

En sus mentes hay barcos que cruzan el espacio. Jóvenes capitanes que los tripulan por un camino cuajado de estrellas.

Sonrisas inocentes en sus labios y corazones llenos de emoción.

No hay luces en sus árboles, ni bolas de colores, ni espumillón.

Sólo una vida por delante y un futuro en el que creen que serán capitanes de veleros, y lo conseguirán, y nosotros lucharemos para que algún día puedan decir a sus hijos con un barco de juguete en las manos:

- “Uno de éstos, en una fría noche de diciembre, tripulé yo”.

- “Hijo mío: ¡Feliz Navidad!”

Malena (El Tintero de China)




Fernando Giucich, Elsa(El Viento en la Isla), Avalon y Etinarcadia(Calle Quimera), Federico y yo, Malena(El Tintero de China), con nuestras manos unidas, a pesar de las distancias, os abrazamos con calidez y os deseamos una Feliz Navidad, con todo nuestro corazón

sábado, 13 de diciembre de 2008

Reflexiones a media tarde


Hay momentos, en los que no teniendo ninguna obligación urgente por atender, se te apetece coger el libro aquel que estás leyendo, y permitirte un rato de asueto.

Buscas el lugar más confortable, en donde nada ni nadie, pueda interrumpir esa comunicación que estableces con el libro.

Hoy me ha sucedido a mí.Lo he cogido de mi mesilla de noche, y me he ido a sentarme al sofá del salón. La tarde está tranquila y no hay nada que la disturbe.

Lo he abierto por donde me indicaba el punto de libro, y sólo restaba ponerme a leer.

Pero... no sé por qué regla de tres, no lo he hecho. Quizá no era el momento. Lo único que sé, es que sin intención previa, me he puesto a filosofar.

¿Sobre qué? Cuando filosofas, no lo haces sobre un tema determinado, simplemente, te dejas llevar por los pensamientos que van surgiendo, y los ves de una forma más profunda.

Y mi mente se ha puesto a comparar la vida con una novela, en la que nosotros, somos los protagonistas, pero con una serie de problemas que no tiene un libro.

Sabemos el principio, pero no sabemos el final por mucha imaginación que le pongamos, y te sientes totalmente impotente, cuando quieres hacer desaparecer pensamientos.

Y en esos momentos, te das cuenta, de que la vida no es un libro, en el que puedes saltarte la página porque no te resulta agradable.

Tienes que enfrentarte a ella y escribirla de la mejor manera que sabes, porque no puedes evadirla, y es que tu vida tiene eso, que afortunada o desafortunadamente, eres el protagonista. Y no hay nada más difícil que escribir el libro de tu propia vida.

Y después de llegar a esa conclusión, he cerrado el libro y me he ido a regar mis plantas. Al fin y al cabo, ellas también tienen su protagonismo en esos capítulos que se van escribiendo sin letras.


Malena

(Dedicado a mi amigo Salitre que me hizo amar la música de Mascagni)

martes, 9 de diciembre de 2008

Luna llena


He salido a buscar la noche. Me llamaba y sentía su voz como tiraba de mí. He obedecido y he salido en busca de su llamada.


Las calles estaban desiertas, pero apenas me fijé en ellas. Sólo sabía que mis pasos llevaban ya un rumbo fijo, como si supieran de antemano, la dirección a seguir.Y llegué. La puerta del parque estaba abierta y entré. Lentamente, bebiéndome los olores de la noche. El silencio me arropaba. Caminé y sentí la necesidad de sentarme en un banco para observar todo aquello que me rodeaba.


Encogí mis piernas, las rodeé con los brazos, y observé todo lo que se puede observar en una noche de luna llena.


Sentí paz, sentí plenitud, sentí como si algo fueses a estallar dentro de mi pecho. Olí la tierra mojada y mi mirada se prendió en un charco en el que se reflejaba la luna. Quise cantar. Algo suave, algo dulce, pero mi voz había enmudecido.


Cerré los ojos para sentirme viva y un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿El relente de la noche?.Abrí los ojos impulsada por algo y vi a lo lejos como se acercaban luces, como pequeñas luciérnagas, y a medida que con un ritmo cadencioso se aproximaban, iban tomando la forma de figuras etéreas que no se posaban en aquella tierra mojada por la humedad de la noche.


Figuras cada vez más parecidas a las humanas pero rodeadas de un halo especial.


Y paseaban. Unas solas, otras cogidas de la mano, pero todas a un ritmo lento, casi se podría decir que se movían siguiendo una melodía.


No llegaron a acercarse a mí, creo que permanecí invisible para ellas, que se habían adueñado por completo del parque. No oí sus voces, pero hablaban. No oí sus risas, pero reían. No vi sus besos, pero se besaban.


Me sentí feliz, afortunada de poder vivir una situación tan inexplicable como la que estaba viviendo.


Miré hacia aquella luna llena que parecía guiñarme un ojo, y comprendí que habia sido ella la que me había llamado, la que había traido mis pasos hacia aquí, para hacerme partícipe de una vivencia que sólo ocurre en el parque, en las noches de luna llena.

Malena

(Publicado en Terra en el 2007)

jueves, 4 de diciembre de 2008

Abriendo puertas


Todos los poetas al versificar, se permiten a veces, alguna licencia, y yo, sin serlo, también quiero hacer uso de esa prerrogativa.

Esta noche he querido abrir aquella puerta que no se debe de abrir, bajo el riesgo de que salga algún recuerdo que no haya cicatrizado.

Miro un calendario... Igual que todos los calendarios, con sus meses, con sus días, pero ... no es verdad que sean iguales. Quizá si, en que existen los dias laborables de color negro, y los festivos con su color rojo.

Pero... para el que lo mira... las fechas tienen distinto significado.

Y lo voy mirando... y paso mis dedos suavemente por el papel y me voy deteniendo...

Veintinueve de Noviembre, diez de Enero, cuatro de Febrero, dos de Marzo... Todas tienen un significado para mí. Un significado que no puedo olvidar aunque lo intente.

Hadas que vuelan por las noches... silencios incomprensibles (¿Quién dijo que no habían estrellas en Madrid?), lugares que se engalanaron y se quedaron vacíos, huérfanos. (¿Te puedo llamar?), el MOnte de las Hadas, aquel al que quise ir, quedo desierto, nadie me llevó.

Palabras que vuelan por el firmamento, estrellas que llevan un nombre, jaimas que caen por la terrible tormenta de arena, palabras que causan dolor, que hieren, que matan el alma...

Ya dije que no se debía de abrir la puerta de los recuerdos, pero hoy necesitaba hacerlo para soltar lastre.

Y es que todos tenemos unas fechas en el calendario que no son iguales, que tienen su historia y que a veces queremos huir de ellas y no podemos.

Lentamente... cierro la puerta... y van quedando atrás los recuerdos que esta noche me han acompañado. Y ha de ser así, porque la vida nunca retrocede, siempre camina hacia adelante.


Malena

lunes, 1 de diciembre de 2008

Comentario al post de Etinarcadia (Calle Quimera)


Mi querido Etinarcadia: He pasado por tu blog para saludarte y me he encontrado con un post que hace tiempo esperaba. Como no me cabría el comentario, he decidido dejártelo aquí.

Cariño, Ella, siempre está presente en nuestra vida, no lo podemos remediar. Como decía Miguel Hernández: "Compañera siempre fiel pero inoportuna". Lo que sucede es que nosotros la vencemos continuamente, cada vez que besamos a nuestros padres, a nuestra pareja, a nuestros hijos; cada vez que acariciamos a las Rosas de Siria, que nos prometen futuras primaveras.

Cada vez que la lluvia nos moja purificando nuestro rostro. Cuando el sol de invierno nos lanza cálidos rayos, que llegan hasta nuestra alma.

Las únicas puertas que podemos abrir, son las de la esperanza, esa amiga que nos sonríe tímidamente cada mañana y a la que debemos coger de la mano y aferrarnos, porque nunca nos engañará.

Pueden haber días de tormenta, con rayos, truenos, vientos huracanados, pero incluso esos días, salimos a la calle porque la vida sigue, no se para. Sabemos que la atmósfera se está purificando y que es algo pasajero. Por eso, cuando sale el sol, lo disfrutamos doblemente.

¿Quién puede decir que no ha tenido problemas en su vida y muchas veces graves? ¡Nadie Etinarcadia! Pero superarlos nos hace fuertes, muy fuertes.

Ella ahora, no tiene ni voz ni voto. No puede hacer nada, no sirve. Ella es lo oscuro, lo cobarde.Ella se puede hacer la amable, la salvadora, pero todo es puro engaño.

¿Te acuerdas? Hace mucho tiempo, te ofrecí mi mano y dudaste de la veracidad de mi ofrecimiento y casi, nos enfadamos. Hoy no vengo sola. Mi claro del bosque está abierto y sus habitantes, a dos de los cuales ya conoces, están barriendo las hojas que han caído a la tierra, y se han puesto sus mejores galas porque quieren abrazarte.

Eres su amigo.Eres el habitante que los comprende y los acaricia y yo, te necesito allí para poner orden. Y eso que las hadas y las ninfas, todavía no se han quejado. ¿Qué les das, picarón?

No oigas cantos de sirenas, donde no las hay. Oye la voz de los amigos que se están reuniendo en torno a tí, diciéndote que hace tiempo que entraste en sus corazones.

Yo, como siempre, te doy mis manos y te digo que eres un ser excepcional y que estoy muy orgullosa de ser tu amiga.

Miles de besos, mi Caballero Etinarcadia.

Malena