domingo, 27 de diciembre de 2009

Brindis


Por el ayer... por el hoy... por el mañana...

Por los que se fueron pero no abandonaron mi alma...

Por los amigos, los que dejaron de serlo y los que lo serán...

Por los que amo y los que amé...



Por todos vosotros que me acompañais en mi vida...


¡ FELIZ 2010 !


Con todo mi cariño.


Malena

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Navidad en el claro del bosque.

Mis queridos compañeros y amigos: Un año más en el que nos reunimos Elsa (Los Viajes de

Elsa), Avalon y Etinarcadia(Calle Quimera) y este pequeño Tintero de China, para desearos una

feliz Navidad.

Que el Niño Dios derrame sus bendiciones sobre vosotros y vuestras familias.

Con todo nuestro cariño: Elsa, Avalon, Etinarcadia y Malena.
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Amanece y el sol va traspasando las copas de los árboles para iluminar un día más el claro del bosque. Este claro del bosque en el que comienza poco a poco la vida.

Las plantas parecen pequeños toboganes por los que se desliza el rocío matutino que salta gozoso sobre la tierra. Los pájaros intentan con cuidado abrir sus alas mientras ensayan los primeros gorjeos de la mañana sobre las ramas.

Uno, dos, uno, dos, así comienzan con decisión dos pequeñas ardillas que después de haber peinado sus coquetas colas, van dispuestas a buscar si es que la encuentran, alguna apetitosa bellota.

Los árboles del bosque se desperezan pidiéndose perdón por los roces y allá en la quietud, el silencio queda roto por el sonido del agua que cae desde la pequeña cascada hasta el remanso del rio donde los patos han comenzado ya sus vespertinas abluciones.

Las flores se van abriendo y su perfume se mezcla con el olor de la tierra húmeda. Un día más en el que los habitantes del bosque seguirán con sus labores diarias.

Ya hay movimiento. Los duendes y los gnomos van y vienen limpiando el suelo de las hojas caidas, y a veces se paran sentados sobre un tronco para contarse los mil y un chismes a los que son tan aficionados.

El sol sigue su camino y ahora es el pequeño prado el que se ilumina haciendo lucir la hierba con un verde más intenso.

La vida en toda su bella explosión se manifiesta en el bosque. Lindos y afanosos animales conviven en paz con personajes salidos de un cuento de hadas.

De pronto, el pájaro carpintero cesa en su toc toc y mira a su alrededor. Algo sucede pero no sabe lo que es. Las ardillas, los patos, los blancos conejos, las afanosas hormigas, los duendes, los árboles y hasta el sonido de la cascada cesan de hablar.

Las flores abren más sus pétalos y la hierba se estira para observar mejor. Suavemente, sin ponerse de acuerdo empiezan a caminar. Siguen hacia el camino donde las lianas se entrecruzan, donde la vegetación es más frondosa. Al camino que bordea el plateado rio desde donde saltan los peces para jugar.

Hay algo cálido en el ambiente y sus pequeños corazoncitos laten conteniendo la curiosidad.

Caminan en silencio, su instinto les hace continuar.

Cerca, muy cerca está el lugar en donde los humanos guardan a las ovejas.

Ya llegan, la comitiva de ardillas, conejos, hormigas, pájaros y duendes detienen su caminar. No hay ovejas, no hay pastores. Entran y allí en el establo, rodeados por una mula y un buey, una joven madre sostiene en sus brazos a un pequeño infante que sonríe, mientras el padre adelanta su mano para que se acerquen.

Patos, gnomos, conejos, ardillas, hormigas y pequeños ratones, sonríen al ver al Niño. Ellos no lo saben, pero al claro del bosque...había llegado la Navidad.


MALENA








Un árbol yace dormido

entre paredes de plata,

de rojo será vestido,

de estrellas y de esperanzas,

lucecitas de colores,

que iluminarán la estancia,

titilarán cada nombre

que esté ausente en cada casa,

y en la nuestra cantarán

con colores tu semblanza:

De verde por tu campiña

Icono de la distancia,

En amarillos tu risa con piedrecitas de nácar,

Granate tu corazón, palpitando la añoranza

O queriendo atravesar ese mar que nos separa

Un árbol yace dormido

entre paredes de plata.

Cuando el Niño se despierte

hará un hueco entre la paja,

para acercarte esa noche,

la Nochebuena dorada.



ELSA






Pocas semanas antes, lejos, muy lejos de allí, en las inhóspitas tierras del norte, la nieve caía espesa cubriendo de blanco y de calma cuanto encontraba a su paso. El letargo en que se hallaban sumidos los bosques solo se veía perturbado por el viento, que, más inquieto que de costumbre, zigzagueaba veloz entre los árboles como intentando contar algo, pero con tantas prisas que éstos no llegaban a entender lo que decía, y tal desasosiego les producía que veían importunado su descanso invernal. Al fin, un día habló el gran Fresno, el árbol de la vida, Yggdrasil el sabio, el sustentador de los nueve mundos, el que conoce lo que ha sido hecho, lo que se hace y lo que se hará, el que es la morada de los dioses y los hombres, de los animales, de las piedras... De todo lo que está vivo y muerto.

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“Sabed que pronto nacerá un niño que tomará mi lugar en el universo. Yo ya era en el principio de los tiempos, mi carga es pesada y ha durado eones. Ha llegado la hora del Otro, del que está designado desde siempre. Todas las criaturas de los nueve mundos están convocadas para presentarle sus ofrendas el día de su nacimiento, que ocurrirá pronto. Uno de vosotros deberá ir en representación de los árboles del norte a llevarle nuestro presente, uno de los frutos que dan mis ramas: una estrella de la bóveda celeste. Puesto que el natalicio tendrá lugar en el otro confín del mundo deberá ser alguien con suficiente fuerza y resistencia para soportar el viaje, y cuyo porte hermoso nos represente dignamente. Tú, abeto.

El abeto, orgulloso de que la elección hubiese caído sobre él y dispuesto a cumplir su cometido costara lo que costara, se puso en marcha. Durante semanas escaló montañas altas y bajas, suaves y escarpadas, cruzó estepas áridas y algunas herbosas, bosques pelados y bosques frondosos, tumbado sobre su tronco se dejó arrastrar por las corrientes de ríos y mares... Y cuando llegó allí donde el desierto comienza, sintió desfallecer sus fuerzas ante aquellos océanos inacabables de arena abrasadora. Muchas de sus raíces, antes fuertes y numerosas, se le habían ido quedando, rotas o astilladas, en senderos pedregosos , y las pocas que conservaba estaban debilitadas y doloridas de tanto andar, sangrando gotas de savia que se le escapaban por la numerosas grietas y heridas que se había ido haciendo tanto en ellas como en tu tronco, antes erguido, robusto, vigoroso, ahora encorvado, consumido por el cansancio y la humedad de las aguas atravesadas hasta llegar allí, que empezaba a pudrir su interior. Se sintió incapaz de atravesar la desolación inmensa y amarilla que se extendía ante él... A su memoria acudieron sus tierras del norte, el frío vivificador, los pardos terrones esponjosos cubiertos de hierba tan verde como los exuberantes bosques habitados por sus hermanos... Y lloró. Lágrimas de resina corrían por sus ramas y resbalaban por su tronco para ir a enterrarse en las ávidas y resecas arenas del desierto.

En ese momento la estrella que transportaba en la parte superior de su copa centelleó. El abeto recordó el compromiso adquirido, suspiró profundamente y continuó su marcha. Caminó kilómetros y kilómetros bajo un sol implacable que parecía devorarlo todo, enceguecido por la luz que reflectaban las dunas, asfixiado por la extrema sequedad del aire... Pero consiguió atravesarlo y llegar, con las escasas fuerzas que le quedaban, a Belén.

Ya a la caída de la tarde, la estrella, que le había ido guiando en todo momento, dirigió sus pasos a un hermoso y verde bosque tapizado de flores. Un riachuelo discurría por su suelo como una herida abierta en él, y por sus márgenes avanzaba una comitiva de animales que se dirigían hacia un establo en que dormitaba un bebé acompañado de sus padres, una mula y un buey, para ofrendarle todos los frutos de la floresta. El abeto admiró el perfume y el colorido de aquellas flores, la majestuosidad de los robles, la elegancia de los abedules, la delicadeza de los sauces, la exuberancia de la vegetación... y vio reflejados en las aguas del río su tronco reseco, las escasas ramas que le quedaban... A duras penas se reconoció. Tan lastimoso era su aspecto que, avergonzado de él, decidió esperar a la noche, a que hubiese pasado por el establo el último de los animales para así no ser visto por nadie.

Solo en esos momentos se decidió a entrar. Dobló trabajosamente su tronco y se dirigió al niño.

- Vengo de las lejanas tierras del norte a traerte el regalo de los árboles: esta estrella, uno de los frutos de Yggdrasil. El viaje ha sido largo, y muy duro, quisiera poder cogerla con mis propias ramas y ponerla a tus pies, pero ya ves que ninguna de las pocas que me quedan alcanza a la más alta, donde el Fresno la colocó...

El pequeño lo miró y le sonrió. Su sonrisa no solo era una caricia, una promesa y una bendición, sino también una puerta a la eternidad, y sus ojos parecían tener el poder de horadar el tronco del abeto hasta llegarle al mismísimo corazón. El árbol sintió que aquella criatura conocía su cansancio infinito, la vergüenza por su ajado aspecto, que tanto contrastaba con la belleza y el esplendor de la vegetación circundante, la pena y la añoranza de sus hermanos del norte, de la nieve, de todo cuanto sabía que jamás volvería a ver. Y en aquellos momentos, justo después de que el niño volviera su vista al cielo, empezaron a caer gruesos copos. Al oír el familiar roce contra el suelo el abeto salió precipitadamente del establo, y, subyugado por el milagro que se desarrollaba ante sus ojos, olvidó dónde estaba. El bosque enteramente cubierto por aquella capa blanca le hizo sentirse por unos momentos en casa, y, lleno de paz, se tumbó sobre el ahora blando suelo. Ni siquiera se había dado cuenta de que aún conservaba la estrella de Yggdrasil en su rama más alta, y con ella quedó dormido sobre la nieve.

CALLE QUIMERA



Un árbol yace dormido

entre paredes de plata,

de rojo será vestido,

de estrellas y de esperanzas....

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Navidad es el tiempo para la nostalgia de cuando niño corría por el cielo, y creciendo se perdieron las estrellas, que iluminaban de ilusión el porvenir.
De mayor nace la esperanza con los hijos compartiendo la ilusión de iluminar el firmamento con la luz de su cariño, y el cielo reencuentra su belleza, cubriendo al mundo de esperanza en el mañana.. de paz solidaria entre los pueblos. y amor

ADOLFO PAYES

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Unidos juntos en el hoy de nuestras vidas.Una Navidad más con ustedes, con vos.. De paz en el alma, de tu sentir y el mío. Si se van tan rápido los dias, se nos escapan de las manos y cuando menos nos damos cuenta estamos en el atardecer de nuestras vidas... Te propongo tratar de vivir el momento dando más que pidiendo, y perdonando mas que hiriendo. Felicidades a todos desde mi corazón.

MUCHA DE LA TORRE
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Este claro del bosque es uno de estos lugares atávicos, que todos guardamos dentro en algún rincón y… de tanto en tanto nos olvidamos de que basta con cerrar los ojos o simplemente respirar hondo para volver a encontrarlo. Gracias por recordarnos, por transportarnos durante un rato a este lugar especial.
Gracias a todos los compañeros por sus lindos textos y felicitaciones.

Que la ventura de compartir la belleza sea la llama que alumbre nuestro porvenir.

Gracias Malena y gracias a todos que en sus blogs comparten el sentimiento de que un mundo mejor es posible.

GARGOLA



¡FELIZ NAVIDAD DESDE LO MAS PROFUNDO DE NUESTRO CORAZON!

ELSA, AVALON, ETINARCADIA,MALENA,TUCCITANO,MARIA NARRO, LA GATA COQUETA RAQUEL LA MEVA VEÏNA, ANA MORGANA,AZUL, WARA,MUCHA DE LA TORRE, FEDE, NOVA,PROMETEO, ADOLFO PAYES,FERNANDO GIUCICH,CATALINA ZENTNER,CLAUDIA ISABEL,STEKI,SHEREZADE,NURIA,LA SONRISA DE HIPERION,MILU,DURRELL,ABRIL LECH,LOLA,ELPOETA,Mª CLARINDA,BETTY MARTINS,NOEL PLEBEYO,SALVOCHEA,FRANZISKA,ADRISOL,RITZY WILLOW,MARIELLA,JUAN ANTONIO,GARGOLA,PATRICIA GOLD,ALONDRA,ABUELA CIBER,TRINI REINA,EMILIO,CALIDA BRISA,RODRIGO,SOMMER,SOL,MIGUEL SCHWEIZ,MOONY,JUSTY WALKER,ERITIA,FRANKI,LA TIERRA DE GENJI,SOÑADORA,CARMEN,EL ANTIFAZ,MENTES SUELTAS,

martes, 8 de diciembre de 2009

Amanecer.


Abrí los ojos... justo en aquel momento en el que la noche se despide besando a la mañana... La paz y el silencio se habían instalado en mi habitación.

Sentí su presencia a mi lado... no le miré pero sabía que hasta él había llegado también la luz del alba...

Cerré mis ojos y dejé que sus manos acariciaran mi espalda. Suavemente... con delicadeza... para no despertarme del sueño en el que me creía imbuida. Como el que tiene miedo de romper algo frágil...

Le dejé hacer, sin moverme, fingiendo el sueño que ya había huido y cada caricia era como un susurro que me hablaba con ternura de toda una vida compartida...

Silencio...me volví poco a poco ... tomé su rostro entre mis manos y muy bajito, mirándole a los ojos, solo le pude decir:Te quiero...

Malena

A mi marido, compañero, amante y amigo.