Dejándome llevar...

Estoy echada en la cama, víctima de una astenia primaveral que me ha dejado hecha polvo, pero aún así, para animarme, he cogido un bolígrafo con la intención de que me lleve por donde quiera, esta imaginación que muy a pesar mío, también se ha contagiado de la astenia.

Siento la necesidad de sentirme arrullada, de soñar, no de pensar, en situaciones agradables y eso me lleva directamente a "mi" claro del bosque. Ese "libro" que poco a poco se va creando, a medida que necesito introducirme en él y que tiene por protagonista principal, a mi viejo roble.(¿ O el viejo roble me ha creado a mí, Paco Huelva?).

Soy feliz en él. Hablo con los personajes tan entrañables que ya me conocen y yo pregunto por cómo está mamá pata o el Doctor Búho y si Copelia ya se encuentra bien, y ellos me preguntan por el Tintero de China y todos los amigos que están en los enlaces, y otros que poco a poco nos vamos conociendo. Es curioso como compartimos nuestros mundos tan diferentes sin que interfieran el uno en el otro.

Me he sentado en las raices del viejo roble y me ha contado que ya se acerca nuevamente la noche en que se reunen las hadas, para su reunión especial.

Me lo cuenta ilusionado y me explica que entre todos los habitantes del bosque pondrán las hojas de más bellos colores para que les sirva de alfombra.

Mientras habla, oigo el sonar del agua de la cascada al caer sobre las pìedras del pequeño lago. De aquel remanso de paz donde juegan patos y peces y las traviesas ardillas tiran bellotas para luego esconderse.

Veo pasar a lo lejos al conejillo blanco de la mano de su madre. Aún lleva tapado el ojo que se lastimó al tirarse desde la roca con el paracaidas de tela de araña, pero su sonrisa picarona no la ha perdido y al verme, levanta la mano saludándome.

Se está bien aquí. Miro hacia arriba y veo retazos de cielo entre las copas de los árboles. Miro a mi alrededor y soy un personaje más de mi claro del bosque.

Y sueño... y sigo soñando...


Malena