
Era evidente que había omitido expresamente aquella palabra. Quizás porque nunca le gustó llegar a un final. Cerró el bolígrafo como ya había hecho anteriormente con la libreta, y lo depositó sobre la toalla.
La playa debido a lo temprano de la hora, estaba hermosamente casi vacía. El vuelo de las gaviotas, el ruido del motor de alguna traiña, y el sonar acompasado de las olas, que una tras otra iban rompiendo en la orilla, llenaban de paz y de calma aquella estampa matutina.
Se quedó mirando allá, a lo lejos, a aquella línea tan lejana, donde el mar se unía con el cielo, y dejó libertad total a sus pensamientos. Bueno, casi total. No podía evitar sentir y pensar en aquellas letras que acababa de escribir. Al fin y al cabo, había cerrado un capítulo más de su vida.
Se le vinieron a la mente aquellas poesías, aquellas bromas, aquel te quiero inesperado en mitad de la noche, y que brotó con total sinceridad. Las cartas que esperaba y que cuando llegaban, pasaba sus dedos por encima de aquellas letras, acariciándolas. Luego el distanciamiento. Luego los encuentros esporádicos, y al final, el silencio.
La marea va subiendo y las olas al romper, parecen querer jugar con sus piés.Te pillo.No te pillo. Y al final, una ola más atrevida, mojó aquellos piés que se estremecieron al contacto con el agua fría.
Se levanta. Camina hacia la orilla. Contempla el agua extrañamente cristalina. Y se adentra más, que el agua llegue hasta sus rodillas. Se agacha y toma con las manos creando un recipiente con ellas, un poco de agua marina y se la echa por el pecho. Repite la operación y se humedece los brazos.
Y piensa:¿Mereció la pena lo que vivió? ¡Fue tan corto!. Claro que no es el tiempo lo que valora, sino la intensidad con que se vivió. Y eso no puede negarlo, fue intenso.
Momentos que hicieron vibrar su cuerpo y su alma. Momentos que le hicieron soñar y creer que hasta podía volar.Y luego, el final.¡Sí!, mereció la pena. Ha sido un capítulo más del libro de su vida, y todo quedó escrito para algún día leerlo y volverlo a recordar.
Pero ahora, no. Ahora necesita sentirse libre. Volver a tomar las riendas de su destino,( si es que el destino las tiene). Coge su toalla y en una bolsa playera introduce el bolígrafo y aquella libreta con muchas hojas todavía en blanco, y donde hoy sin poner la palabra fin, ha cerrado un capítulo de su vida.
Y lentamente, mojando sus piés por la orilla y la toalla en el hombro, va caminando en busca de su destino.
Malena
(De mi antiguo blog de Terra)