
Me he despertado en mitad de la noche,sin motivo en principio aparente. He apartado la colcha, y sin hacer ruido, me he ido a buscar mi bata para dirigirme al salón.
Allí me he dado cuenta de que el viento azotaba de manera violenta las palmeras del jardín pero estaba visto que el sonido huracanado del viento, no era el único en la noche.
He oído la voz de un hombre que hablaba sin que nadie le contestara, y mi curiosidad me ha hecho salir a la terraza, para ver quién era y que decía.
Estaba solo, allí, en mitad de la calle, con algo que no identifiqué y resultó ser una botella. ¿Qué hacía allí?... Su voz sonó con más fuerza, y acompañado del ulular del viento, se oyó como decía: ¡Ulises!...¡Ulises!...¿Dónde está Itaca?... y mi corazón se estremeció.
¿Qué razón le había impulsado a beber en esta noche desapacible? ¿Dónde está su Itaca? ¿Qué sufrimiento quería esconder con la bebida?
Y allí, solo, seguía su monólogo en el que volcaba su angustia, o sus sueños truncados.
Una voz desde algún balcón, le gritó que callara. Una voz que no oyó, que no llegó a ese mundo irreal en el que se había sumergido.
Me cerré mejor la bata mientras le miraba y pensaba que no era él, el único que esta noche en Barcelona, echaba al viento sus penas, y sentí dolor por el sufrimiento ajeno tantas veces injusto.
Siguió poco a poco, con paso cansino subiendo la calle... Quizá buscando su camino hacia Ítaca.Y yo recordé los viejos versos de Kaváfis:
" Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca, debes rogar que el viaje sea largo...que sean muchos los días de verano, que te vean arribar con gozo, alegremente, los puertos que tú antes ignorabas"
¡Buen viaje, compañero! Todos en esta vida, caminamos hacia Ítaca...
Malena