
Mi compañera de blogs,
Alkerme, nos retó a los que quisiéramos "recoger el guante" a aportar una palabra, y al final, formar un poema, o prosa poética con todas ellas.
Los compañeros y palabras fueron los siguientes, y el escrito que hay a continuación, es el resultado de lo que me inspiraron.
Amor y libertad=Libertad
Ligia= Abrazos;
Esaotra= Equilibrio;
Jorge Arce= Laberinto;
Alimontero= Coherencia;
Torosalvaje=Horizonte;
Alf= Prócer;
Fini= Confianza;
El Vania= Pozal;
Lore= Encanto;
Ker= Sueños;
Patri= Lagunera; Malena= Paz;
Globocautivo= Adiós;
Xmr= Aliento; Alkerme= Aire;
La gata insomne= Aldaba.
Algunas palabras se las traían. ¡Ya me las pagarán! :)
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Amanecía...el aire traía el encanto de aquellos aromas, que viniendo desde más allá del horizonte, inundaban el ambiente de paz y de sueños.
Se sentó al lado del pozal, desde donde podía observar las tierras labradas y preñadas, que pronto darían su fruto.
Fue ayer, y lo sentía ya como algo lejano. Lo rememora y siente una punzada en el corazón. El adios y los abrazos, los lleva todavía en su piel, pero tiene la confianza de que hizo lo debido.
La tierra no da para más y un hombre como aquel, necesitaba respirar algo que no fuera el encadenamiento, necesitaba llenar su alma de libertad.
Ella lo sabía. Le veía debatirse dentro de aquel laberinto, entre el deber y su ansia de ser coherente con sus pensamientos.
Necesitaba encontrar un equilibrio, y ella se lo podía dar, por eso le ayudó.
Fue a su habitación y se quedó mirando la fotografía que reposaba sobre la mesa camilla. Los ojos de aquel prócer, que tanto les amó, le sonreía dándole aliento.
Tomó un sobre, en el que metió sus ahorros y fue a depositarlo dentro de la maleta, donde ya faltaba lo imprescindible para cerrarse.
Bajó las escaleras, y se sentó en aquella vieja silla desde donde veía cada día atardecer, esperando a que él bajara.
Tenía que ser fuerte, ya habrían momentos para derramar las lágrimas, que ahora no debían salir.
Le oyó acercarse, y se fundieron en un interminable abrazo. Después, lentamente, marchó cerrando la puerta mientras se oía el golpe de la aldaba .
Y allí quedó, rezando por su hijo, esta humilde madre lagunera.