sábado, 29 de septiembre de 2007

Alma de fado


Siempre digo que tengo alma de fado porque cada vez que me pongo a escribir, salen notas de melancolía. No es algo esporádico. Desde pequeña me ha sucedido.

Puede parecer que vivo dentro de la tristeza y no hay nada más lejano de ser cierto. Decir que vivo en una felicidad permanente, sería demencial, porque a quién más y a quién menos, la vida le ha vapuleado de una u otra manera.

Es curioso, pero cada vez que aparece en mi vida un problema, no lo intento obviar, pero mi primera reacción es evadirme. Sumergirme en un mundo fantástico, donde surgen como reacción, palabras armoniosas, situaciones que te inducen a querer volar en alas de la imaginación. Y lo consigo.

Yo siempre me digo que mis letras más inspiradas han surgido en momentos de conflicto personal. Eso no quiere decir que elimine el problema, pero si que consigo un estado de serenidad, que me permite ver mejor la problemática y llegar a su resolución.

Una amiga me decía que yo era una superviviente a la que le pueden venir situaciones adversas, pero en cuanto me dan una oportunidad, salgo de ellas, aferrándome a la vida con alegría.

Es una necesidad imperiosa. Pero a veces, también como una concesión, como una tregua en la lucha que es la vida, extraigo de dentro de mi alma, aquellas cosas que me hacen decir que Malena no tiene nombre de tango. Malena tiene alma de fado.


Malena

viernes, 28 de septiembre de 2007

A mis compañeros y amigos de blogs

He recibido con mucho cariño y orgullo los premios de Blog Solidario de mis amigos:

Pablo Labrado: http://pablolabrado.blogspot.com/

Miruchi: http://rinconmiruchi.blogspot.com/

Federico: http://fedequiza.blogspot.com/

No os extrañe el que no los luzca en el blog, de la misma forma que no puse en su tiempo el Thinking Blogger AWARD de mis entrañables amigos de Calle Quimera:

http://callequimera.blogspot.com/

y el Blog Solidario de mi querida escritora María Narro:

http://wwwshakespeareyyo.blogspot.com/

El hecho de no lucirlos se debe a que pienso que el mejor agradecimiento es llevarlos en mi corazón por lo que significan: cariño.

Y si tuviera que seguir la cadena, os tendría que poner a todos porque todos me enseñais algo nuevo cada día y de todos tengo que aprender.

Con todo mi cariño.


Malena

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Algo insignificante


Se siente algo insignificante. Algo así como en la mano, una rosa de Siria. Tranquila y sosegada.
Recibiendo estremecida, los rayos de un sol que ya apenas calienta.

Vibrando ilusionada con las notas dulces que de muy lejos vienen volando. Soñadora impenitente.

Puede elevar la mirada y hablar con las hojas de los árboles. Puede agacharse y recoger el fruto caído de un castaño y acariciarlo.

Puede llorar ante una falta de afecto y pisar las hojas que el otoño viste de mil colores sobre el parque, imaginando, que es la más bella alfombra que pudieran haberle regalado los dioses.

Puede quedarse ensimismada con el agua del lago y como si fuera una gran sala, ver como se deslizan figuras bailando un vals.

Vestidos largos de seda y zapatos de raso brillante. Giran y giran y los colores se confunden. Una reverencia, una sonrisa y desaparecen entre las plantas acuáticas que adornan el lago.

Camina sin prisa, sonríe al guarda. Se sienta en un banco mientras acaricia el pelo sedoso de su fiel compañero.

El tiempo no existe... Los pájaros callan... Cierra los ojos y se bebe el aire que mece las copas de los árboles.

Silencio... dejadla... dejadme que sueñe.


Malena

lunes, 24 de septiembre de 2007

Oscureciendo


La campana para de sonar.

El eco de las flores

perfuma la noche.

(Matsuo Bashô)

Se está oscureciendo y el lucero del alba brilla en todo su esplendor. Las tenues luces de mi casa de té, alumbran el camino por el que ayer pasó él.

Su porte era sereno. Sus manos acariciadoras y enérgicas a la vez, me hicieron mirarle a los ojos al depositar en ellas la taza de té. Fue sólo un instante en el que se cruzaron nuestras miradas. Un instante pero yo rápidamente mi cabeza con rubor bajé.

Y ahora inicio mi paseo, haciendo que mis piés pisen suavemente por donde pisó él. ¿Volverá? ¿ Lo veré?

Entraré en mi okiya y prepararé con sumo esmero mi mejor kimono. Me maquillaré. Recogeré mi pelo y en ellos una flor de cerezo prenderé. Me emociono.¡Pero si sólo lo he visto una vez!

"La campana para de sonar.

El eco de las flores

perfuma la noche".

Y yo aspiro ese perfume que se adentra en mi alma, esperando que esta noche, vuelva otra vez...


Malena

sábado, 22 de septiembre de 2007

Soledad



No sé como empezar esta historia. Son tantos los recuerdos que bullen en mi mente, que me resulta verdaderamente difícil ponerlos en orden.

La primera imagen que rescato, es la de ella. Ella sentada en un saloncito. Pequeño, coquetón. Sus piés están ocultos debajo del faldón de flores que cubre la mesa camilla.

A la derecha, un balcón que deja pasar los rayos de ese agradable sol de primavera, que ilumina la habitación. Y en él, sin grandes pretensiones, dos macetas de geranios rojos y fucsias que ella riega generosamente cada día.

Mira hacia el frente. Justo donde está colocado un mueble de color caoba y en donde destacan sobre sus repisas, pequeñas figuras que a lo largo de su vida ha ido acumulando.

Sobre la mesa, unos folios en blanco y en su mano un bolígrafo que hace girar a medida que van girando sus pensamientos. Cada día el mismo rito. Se sienta en su butacón y cierra los ojos. Sonríe y a continuación empieza a pensar como le saldrá la poesía.

Hoy tiene una lucha especial. Se le resiste una palabra que rime con ausencia:¿Obediencia? ¿Presencia? ¿Clemencia?. Es igual, suspira, sabe que la encontrará.

Poesías en las que le dice que sus manos están secas de no acariciarle, de que en su alma se instaló el otoño y si no vuelve pronto, amenaza con invadirla el invierno. Que las canciones perdieron la música y sólo quedan las letras que hablan de soledad. Que su vida es un árbol y que cada hoja que cae no volverá a brotar.

Para un momento. Se acuerda de algo pero sacude su cabeza como si aquel pensamiento no debiera de existir. Mira durante unos segundos el jarrón en el que luce sólo una rosa. Se aproxima y acaricia sus pétalos. Pétalos que han ido cayendo con el paso del tiempo pero que ella o no se ha dado cuenta o se resiste a tirar.

Se levanta poco a poco y se acerca al balcón. La gente va y viene en su quehacer cotidiano pero ella no los oye. Ella no los ve. Hace tiempo que dejó de oir y ver la realidad.

Mira su reloj y dice algo que sólo ella oye. Va presurosamente a la cocina y abre y vuelve a cerrar los armarios, los cajones. No. No está allí lo que busca.

Vuelve al saloncito y piensa donde pudo guardar aquel mantel. Aquel que le regalaron cuando se casó. Abre un cajón y allí, al final, envuelto en papel de celofán lo encuentra y lo estrecha contra su corazón.

Aparta el jarrón de la mesa y lo posa dulcemente sobre el xifonier. Estira el mantel. Que no quede ningún doblez. Y va colocando los vasos del agua, las copas del vino, la vajilla que tanto le gusta a él, y en el centro, la rosa otra vez.

Contempla la mesa y satisfecha sonríe y dá su aprobación. Mira el reloj y haciendo tiempo se abandona en el sillón.

Otro día más. Sus cabellos se tiñeron de nieve, sus manos que tanto acariciaron, tienen apergaminada la piel. Sus ojos que tantas lágrimas derramaron, conserva la dulzura al mirar, y la mesa tan delicadamente preparada, parece decir, que aquí, como un día más, como un año más, sólo viene a comer la soledad.


Malena

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Wo ai ni


Estaba frente al mar escuchando el rumor de las olas. La playa estaba solitaria, a pesar de ser un día de la segunda quincena del mes de agosto. El sol no se había dignado a hacer acto de presencia y la temperatura hacía que las pocas personas que se habían decidido a ir, continuasen con la camiseta puesta.


No quería pensar. Sólo escuchar el sonido de las olas al romper, pero hay algo más poderoso que la mente y ese es el corazón.

Una frase se había adueñado de mí: " Nunca te olvido " y la sentía haciéndome estremecer. La dejaba que se repitiera como un eco y algo parecido a una sacudida de placer recorría mi cuerpo.

" Nunca te olvido ... " y decía tu nombre suavemente. Una y otra vez, como una oración.

Acariciándolo para que no se me rompiera. Y miraba al mar... al horizonte... Y primero sonaba dentro de mí tu voz y detrás rezaba yo tu nombre. Dulce plegaria que el mar recogía...

Wo ai ni. Te quiero.

Malena

lunes, 17 de septiembre de 2007

La casa de té


Existe una casa de té. La casa de té de la luna de Agosto. Su nombre te hace evocar noches cálidas en las que la brisa mueve los farolillos que hay en su entrada y la ténue luz que sale de sus aposentos, te hace estremecer.

No puedes acceder a ella facilmente. Sólo si cierras tus ojos y dejas salir libremente a tu imaginación.

Tiene un pequeño camino de piedras redondeadas y a ambos lados un jardín Zen. Si entornas un poco tus ojos, entre la penumbra descubrirás un lago donde flotan, moviéndose de una manera cadenciosa, unas flores de loto y donde se reflejan las ramas de aquellos cerezos llenos de brotes, que quieren estallar.

Sigue hacia adelante y escucharás las dulces notas del shamisen, acariciado por las suaves manos de una geisha. ¿En quién piensa? ¿Cuales serán sus ensoñaciones?

Percibes movimientos lentos dentro de la casa, y te preguntas con curiosidad quienes pueden estar.

Hay tres geishas. Les enseñaron a tocar el shamisen, a hacer arreglos florales con la antigua ciencia del Ikebana,y a realizar con sumo esmero la ceremonia del té. Eso es lo que saben hacer y a eso se dedican. No tienen muchos clientes pero sí, elegidos.

Ellos saben que sus preocupaciones desaparecerán en los oidos de las geishas. Vienen al anochecer cuando comienzan a salir las estrellas y marchan al amanecer.

Ninguna palabra de amor saldrán de sus labios pero los sentimientos flotaran por toda la estancia.

Quieres entrar pero tienes miedo de romper todo aquel encanto y observas la delicadeza de movimientos, el aroma del té y la música que te envuelve. Piensas: ¡Otro día me atreveré! Y con ese pensamiento en tu corazón te vas marchando.

Va amaneciendo y miras hacia atrás y ves como con los primeros rayos del sol, la casa va desapareciendo. No temas... Cuando la luna salga otra vez, llegará a tus oidos las dulces y ya conocidas notas que la geisha desprende del shamisen, invitándote a volver. Cierra los ojos y... ¡vuelve!


Malena

sábado, 15 de septiembre de 2007

De cara al espejo


Se levanta lentamente y camina como si le pesara el alma. Sabe a donde va. Y sus pies se paran delante de un espejo. Se mira. Al principio sin verse, tan abstraida está con sus pensamientos, pero luego empieza a reconocerse y vuelve a mirarse como si hubiera encontrado a una amiga con la que poder confiarse.

Quizas sea mejor así. Así ella se preguntará y ella misma se contestará. Esas respuestas saldrán de ese recóndito lugar del alma donde se guardan las respuestas que nos hace daño oir.

Se mira a los ojos y ve una inmensa tristeza. Las lágrimas empiezan a correr por su rostro y se las enjuga con la mano, pero a continuación , las deja salir libremente.

Necesita que salgan. Que bajen el nivel de la presión que tortura su mente y su alma.

No entiende que ha pasado. ¿Cómo unas palabras de cariño pueden en menos de nada perder su contenido? ¿Cómo unas caricias pueden dejar así de pronto, de acariciar?.

Y se hace daño al pensar que la han mentido. Que la han utilizado. Que tomaron sus sueños y se los rompieron. Que fue una marioneta a la que movieron con hilos muy sutiles. ¡Cómo duele el alma cuando los sueños te abandonan!

Cambia su semblante y amanece en él un gesto de decisión. Va hacia el escritorio y toma un papel , un bolígrafo, y con la firmeza del que ha tomado la postura correcta, se sienta y escribe:

"A pesar de las telas de araña que tejiste sobre mí, a pesar de los cantos de sirena con los que me llamaste, no conseguirás romper mis ilusiones.

Creo firmemente que las estrellas alumbran mi camino. Creo que el mar y el viento se vuelven caricias para mí y creo que los sueños siguen existiendo, a pesar tuyo".

Lo vuelve a leer y una sonrisa apararece en sus labios. Va hacia la ventana, respira

profundamente y su mirada se pierde mirando hacia la noche.


Malena

jueves, 13 de septiembre de 2007

Un nuevo Génesis


¿Quién necesita compañía cuando uno puede sentarse solo y beber en su habitación? Anónimo.

Así pensaba alguien cuya mayor inquietud en esta vida,era escucharse a si mismo. "Yo siento y todo gira alrededor mío. No hay ningún pensamiento que no me tenga a mí como protagonista. Yo hablo de lo mío. Yo observo solo lo que es para mí. Sólo me importa aquello de lo que soy receptor".

Y seguía sentado en su sillón, indolente, con una cerveza en la mano. No vivía, solo sentía. Era un mundo de sensaciones que tan pronto lo hundían como lo enervaban. Dueño de su propio mundo conscientemente autista, en el que no penetraba ninguna información que su mente no hubiera cribado con anterioridad.


Mi sillón, mi vaso y yo. Pero, como no creía en los milagros, digamos que se debió a una extraña conexión neuronal. Algo imprevisto que lo dejó perplejo. Y saliendo al exterior, empezó a mirar por primera vez, todo lo que le rodeaba.

Y como un pequeño dios, inició sin saberlo un nuevo Génesis.

Y vio la luz que iluminaba, y vio las aves del cielo y los peces del mar,

y vio el sol y la luna, y la tierra,las plantas,a la gente que le rodeaba, y vio que todo era bueno.

Que habían otro tipo de sensaciones, y, conmocionado por este descubrimiento, abandonó su sillón, su indolencia y su cerveza y... empezó a caminar.

Malena

martes, 11 de septiembre de 2007

Abrázame


Ven, date la vuelta, abrázame. Mis ojos no cesan de llorar en silencio y te doy la espalda para que no me veas, pero ya no puedo disimular más.

Necesito tus brazos y oir tu voz diciéndome que todo irá bién. Que la vida te da zarpazos, pero luego te los cura. Que hay momentos en los que se va el sol, pero sólo está escondido detrás de una nube.

Que la vida es un compendio de tristezas y alegrías, pero que merece la pena vivirla.

Tus manos me acarician la cara y besas cada una de mis lágrimas...

Y yo... le doy las gracias a Dios por tenerte a mi lado... Por convertir cada lágrima en una sonrisa. Por quererme cada día... por ser fuerte cuando yo me encuentro débil ... Por quererme. Gracias.



Malena

domingo, 9 de septiembre de 2007

La Pagoda de las seis armonías


Sauces llorones dejan caer sus ramas sobre el lago del Oeste de Hangzhou. Sus aguas tranquilas se ven surcadas por curiosas barcas conducidas por un barquero que mueve el remo con gran maestría.

Se oyen risas a lo lejos. Personas que han venido a pasar el día al lago, disfrutando de sus merecidas vacaciones. Sombrillas multicolores inundan los paseos que rodean al lago, y allí, a lo lejos, majestuosa, se alza la Pagoda de las seis armonías.

Estaba contemplando esas aguas y el baile de las ramas del sauce llorón, cuando he tenido la necesidad de llegarme hasta la vieja pagoda. Abro mi sombrilla y me dirijo hacia la colina. Respiro profundamente y abro mi corazón a las sensaciones que me ofrece el paisaje.

La vieja pagoda está vacía. Símbolo de un pasado no muy reciente, pero lo que voy buscando no es eso. Quiero subir el camino serpenteado para llegar, después de observar las estatuas, a la campana de las seis armonías.

Allí está. Inmensa y solitaria, protegida del sol por un templete, esperando al alma que quiera pedir a los dioses un deseo. Ha de ser golpeada seis veces con un gran badajo, para producir el sonido que despierte a los dioses de su ensueño y poderles pedir un deseo.

Me siento en sus escaleras y me quedo contemplándola. Ella y yo a solas. La miro con respeto y pienso en la cantidad de personas que han venido a hacerla sonar, con una petición en los labios. Tantos deseos que se han levantado hasta los cielos...

Yo también traigo mi petición y mi fe en que se me concederá. Sonrío y pienso con cariño en los seres que quiero. Sus caras pasan por mi mente y también sus necesidades. Les amo y por eso mi petición será para ellos, para su felicidad.

Creo que ya estoy preparada para ese momento. Me levanto y acabo de subir las escaleras. Me situo delante de ella y antes de hacerla sonar, la acaricio. Viejo bronce lleno de escrituras que hablan de paz y armonía.

Tomo con fuerza el badajo y con profunda emoción, voy arrancando de la campana seis sonidos que se esparcen por el paraje, extendiendo sus ondas sonoras al igual que las ondas del lago, cuando arrojo alguna piedra.

El deseo ha sido pedido y unas lágrimas de emoción resbalan por mi rostro.
Bajo lentamente las escaleras y me dirijo con cuidado, saltando por encima de las piedras que se elevan sobre el estanque, hacia el bosque de bonsais y de las pequeñas pagodas.

Respiro llenando mi alma de serenidad y de paz. Abajo,en silencio, la campana de las seis armonías espera el siguiente deseo.


Malena

viernes, 7 de septiembre de 2007

La soledad de Malena


Anoche soñé
bendita ilusión,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
(A.Machado)

Anoche, me quedé dormida con un libro en las manos. Tranquila... relajada... pero en mitad de la noche,me desperté y me encontré inmersa en uno de aquellos momentos inexplicables.

La noche se había hecho más negra. El silencio se había agrandado y sólo estaba roto por el sonido distorsionado de la tos de algún insomne.

Un espacio de tiempo donde te encuentras en comunión contigo misma. Donde tu preguntas y sólo tú contestas. Donde la soledad se apodera de tí y te hace daño. Donde pasan imágenes de tu vida y te conviertes en el peor juez que pueda existir.

Donde quieres tender tus brazos, buscando la figura amada que te ayude a salir de esos instantes, pero no lo puedes conseguir, porque en ese mini universo, que la noche ha creado, unicamente para tí, estás sola.

Soledad que te oprime el corazón. Que trae frio a tu alma, pero en la que cabe al final la esperanza, de que al día siguiente no existirá. Y quizá porque sabes que es así, unas lágrimas de redención salen de mis ojos y se deslizan suavemente por mi cara.

Mientras, entono en voz baja, casi susurrante, el brindis más dulce que aprendí: ¡A la vida!


Malena

martes, 4 de septiembre de 2007

Deja...



Deja... No te preocupes... Volveré enseguida. No. No cogeré frio...

Deja que salgan mis pasos a buscar el silencio de la madrugada.Deja que me envuelva el frio de la noche que me hace abrazarme a mi misma y salgan uno a uno mis pensamientos, ocupando cada uno su lugar en ese espacio abierto que me rodea.

Amo esa soledad que no tengo que compartir con nadie.Donde puedo respirar profundamente sin que nadie interfiera en mi espacio vital.

Camino lentamente,sorbiendo paso a paso la paz de la noche.¡ Me siento libre! Miro a esa oscuridad infinita rota por la luz de alguna farola y veo el titilar de las estrellas que acompañan mi camino.Ellas y yo.Soledad compartida que me hace encontrarme conmigo misma,que me recuerda quien soy yo.

Pasa silenciosamente algún coche recortando con el haz de sus faros el perfil de las casas en las que ya apagaron la luz,haciéndome pensar que en ellas hay seres que descansan,que aman,que sufren y que duermen.

Pero yo sigo adelante.Intento retomar mis inquietos pensamientos uno por uno y en esa inmensidad de la noche,buscarles colocación.Darles un sentido.

Estoy conmigo.Me hago compañía y avanzamos perdiéndonos más y más en el silencio de la madrugada.Un poco más para luego...volver a casa.


Malena

domingo, 2 de septiembre de 2007

Y...


Es de noche y llega ese momento deseado en que cierro los ojos y dejo volar a mi imaginación y a mis sentimientos.Bendita locura la que reina en esos momentos en los que destruyes las barreras que elevas durante el día,para ser una persona normal.

Y soy libre, y creo, y me recreo en situaciones que sé que nunca se realizarán o al menos, me digo que así será para no hacerme daño.

Y en ese espacio sin ubicar,entre la tierra y la luna, digo y escucho palabras que en voz alta nunca diré ni escucharé.

Y giro sobre mí. Y bailo. Y mi corazón late al ritmo de esa música que sólo oigo yo.Todo es posible.

Mil locuras no catalogadas en ningún libro de psiquiatría, cobran vida y se niegan a ser tratadas, corriendo una detrás de la otra haciéndome sonreir.

Y corro con los brazos abiertos en contra del viento que baña mi rostro y mi cuerpo. ¡Libertad! Bendita palabra,que nos hace soñar con castillos de arena que no caerán al contacto con las olas del mar.

Es de noche... Mi mente es libre y... sueño... sueño.


Malena.